domingo, 7 de noviembre de 2010

A Obama se le mojo la pólvora para la economía

El mundo académico económico tiene claro su pensamiento a futuro; predomina la sensación de que la segunda etapa del plan de estímulo monetario que lanzó la Reserva Federal causará más dolores de cabeza que soluciones. Su instrumentación no está asentada en el convencimiento de que es la receta adecuada para ayudar a EE.UU. a salir de su estancamiento, sino en el hecho de que es la única receta que pudo impulsar la Casa Blanca sin depender de las tortuosas negociaciones que le impone el Capitolio.
El primer paquete de la Fed tuvo un efecto mucho mayor porque fue acompañado por un estímulo fiscal de u$s 800.000 millones que llegó directamente a los consumidores americanos. Y aunque muchas voces planteaban la necesidad de ampliar esa iniciativa, Obama prefirió gastar todo su poder de negociación en la cuestionada reforma de salud, apostando a compensar otros costos políticos como la intervención en Afganistan.
La sensación de decepción de la clase media Norteamericana con Obama y el Partido Demócrata se acrecienta “hablaron de cambio y aplicaron las mismas medidas que Bush” se escucha en los pasillos universitarios, mientras en la calle, en los actos partidarios y en la television la derecha lo tilda de comunista..... Una
verdadera contradicción, por lo menos en lo actuado en el terreno económico.
Quizás si se podría decir que la reforma a la Salud es socialista, pero ese parámetro solo tiene valor en el contexto de los EEUU, ya que en cualquier otro país los sistemas de salud están basados en la solidaridad y no en una especie de ley de la selva, donde aquel que tiene dinero vive y el que no perece sin mas.
La Casa Blanca, entonces, se quedó sin el pan y sin la torta. La reforma sanitaria no impidió la derrota, si no todo lo contrario (ademas de dar una potente arma al Tea Party) y tampoco le dejó aire para dar más beneficios impositivos. Sin poder para persuadir a China de que aprecie el yuan (para aumentar sus compras de bienes estadounidenses), EE.UU. optó por dejar débil al dólar, una movida que dispara capitales a todo el mundo emergente y complica a sus economías a través de revaluaciones indeseadas. Intentar desatar este ovillo será el desafío de la próxima cumbre del G-20 donde Argentina es miembro y de cara a la política interna fijará el verdadero sitial del Gobierno Nacional y ¿Popular? de Cristina Fernández de Kirchner de cara a EEUU y la comunidad internacional.
(*) Publicado en el Diario Corrientes de Tarde

¿Nueva Campaña antiargentina?

Durante la ultima Genocida Dictadura Militar, sus voceros insistían en atribuir las críticas a su gestión a una "campaña antiargentina" siniestra organizada por subversivos locales y sus cómplices en Estados Unidos, Europa y, desde luego, la Unión Soviética. Asimismo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner parece creer que lo que están buscando quienes critican su gestión es atacar a la Argentina, de ahí la afirmación de que "a veces pienso si no sería también importante nacionalizar, no estatizar, los medios de comunicación; que adquieran conciencia nacional y defiendan los intereses de país". Dicho de otro modo, en opinión de la presidenta de la República, que es, para más señas, una enemiga jurada de la dictadura castrense, aquellos medios, en especial los del Grupo Clarín, que no la apoyan con el fervor que considera apropiado se han prestado a una campaña antiargentina. De lo contrario, pasarían por alto asuntos anecdóticos como los supuestos por la corrupción, el nepotismo, la inflación, el aislamiento financiero, el estado lamentable del sistema educativo, la consolidación de la pobreza estructural y el desprecio manifiesto del Poder Ejecutivo por
el Judicial, para concentrarse en temas más gratos como el crecimiento macroeconómico, fútbol para todos, los anuncios cotidianos de nuevas obras y los triunfos retóricos de la presidenta tanto aquí como en el exterior.
Para nuestra Presidenta, "en ningún país ocurre lo que pasa aquí donde los medios de comunicación quieren quedar bien con los de afuera en lugar de defender al país". O sea, como decía Mafalda, "sólo en este país" suceden tantas barbaridades. ¿Es así? Desde luego que no. En todos los países democráticos, los gobernantes de turno, además de los líderes opositores, tienen que soportar críticas mediáticas que son por lo menos tan furibundas como las dirigidas contra la presidenta y su marido. En muchas ocasiones, son decididamente más feroces. Los diarios más prestigiosos norteamericanos atacaban sin piedad al presidente George W. Bush cuando estaba en la Casa Rosada, y en la actualidad Barack Obama es blanco de las diatribas de quienes manejan el canal televisivo más popular. En Europa, sobre todo en el Reino Unido, la prensa opositora es a menudo
igualmente brutal.
En otras partes del mundo, la situación es un tanto distinta. En China, Corea del Norte, Irán y, con escasísimas excepciones, los países árabes, los medios sí tratan a los gobernantes con el respeto debido. Conforme con la tesis de Cristina, son "patrióticos", razón por la que adulan al líder por ser el representante viviente de las esencias nacionales y se abstienen de aludir a sus eventuales deficiencias. Por cierto, no se les ocurriría intentar "quedar bien con los de afuera", crimen éste que, como es lógico en una sociedad bien organizada, suele ser castigado con severidad ejemplar. ¿Quisiera la presidenta que la Argentina se asemejara más a tales países y menos a los del mundo desarrollado? De tomarse en serio su alusión a los hipotéticos beneficios de "nacionalizar" los medios, la alternativa así supuesta no le disgustaría.
Que Cristina se haya sentido molesta por la actitud hacia su persona, y hacia su gobierno, de aquellos medios que no comulgan con su ideología setentista, es comprensible. Por deformación profesional, y por depender tanto de la imagen que íticos, pero de mentalidad similar, los acusaran de militar en una campaña antiargentina por animarse a criticarlos, sería positivo que por fin se resignaran a que en una democracia pluralista no hay nada menos patriótico que el silencio de quienes están más interesados en congraciarse con los poderosos de turno que en defender lo que creen son los intereses nacionales.
proyectan, los políticos parecen ser más proclives a la egolatría que los demás mortales. Con todo, en las sociedades democráticas los dirigentes políticos pronto aprenden que no les conviene acusar a sus adversarios de ser, en efecto, traidores a la patria, aunque sólo fuera por entender que, tarde o temprano, ellos mismos se encontrarán militando en la oposición. Si bien es posible que Cristina y su marido se hayan convencido de que les será dado seguir en el poder por muchos años más, motivo por el que sencillamente no creen que pudiera llegar el momento en que gobernantes de otros signos políticos, pero de mentalidad similar, los acusaran de militar en una campaña antiargentina por animarse a criticarlos, sería positivo que por fin se resignaran a que en una democracia pluralista no hay nada menos patriótico que el silencio de quienes están más interesados en congraciarse con los poderosos de turno que en defender lo que creen son los intereses nacionales.
(*) Publicado en el Diario Corrientes de Tarde